26.12.05

María de Magdala

Anoche estuve largas horas sin poder dormir, ¿Vendría María, finalmente, conmigo? Hace más de un año que no pongo los pies en Magdala, llegando incluso a dar largos rodeos para no pasar por la aldea. Decidí levantarme antes de la salida del sol y, sin haber dormido, ponerme en camino. La familia que me acogía estaba advertida que tal vez no me verían por la mañana. Cuando el sol estaba ya en el horizonte, llegué a la cima de la pequeña elevación que se yergue a espaldas de Magdala y que permite verla completa y pulcra, a orillas del Mar de Tiberíades. Con alas en mis pies llegué a su puerta y golpeé, algo tímidamente. ¿Quién es? me preguntó y reconocí su voz. Con el sonido creí ver una sonrisa y también percibir sus mágicos olores, su mirada curiosa y su oído atento. Creo que cerré los ojos un instante o una eternidad y el corazón quería salirse de mi cuerpo. De repente algo sucedió ya que sin verme ni abrir la puerta, María desde dentro preguntó ¿Jesús, eres tu? Si, he venido a buscarte. Pocos minutos después salió cubierta con una larga túnica negra y una pequeña alforja. Profundamente felices dejamos Magdala y aunque pudiéramos llegar al mediodía a Cafarnaúm, nos retrasamos y llegamos con las últimas luces del día. Preferí que durmiera en casa de la viuda que me alojara a mi llegada a Cafarnaúm, yo en cambio vine a casa de la suegra de Pedro.

1 Comments:

At 5:52 p. m., Anonymous Anónimo said...

Pero al final Jesus y Maria fornicaron o no?

 

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