14.12.05

La Viga en el techo ajeno

Hoy me desperté completamente repuesto para el trabajo en el techo de la Sinagoga. Al mediodía, mientras comía con los jóvenes obreros, dos doctores que visitaban a Jairo se detuvieron al salir del templo y opinaban sobre nuestro trabajo: Esa viga no estaba derecha, la tierra no está prolijamente dispuesta; y nombraban otros detalles invisibles para mí incluso acercando mis ojos hasta tocar con la nariz el techo. Finalmente se alejaron haciendo grandes gestos y moviendo su cabeza en forma desaprobadora. Cuando desaparecieron de nuestra vista, los obreros me miraban con una mezcla de desilusión y rencor, esperando respuestas. Entonces les dije lo que ahora escribo: No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. Cómo es que miras la viga que ha puesto tu hermano en el techo y no reparas los agujeros de tu propio terrado? O cómo vas a decir a tu hermano: Deja que te indique como colocar la viga, si tienes goteras en tu casa? Hipócrita, coloca bien al viga en tu casa, y entonces podrás opinar sobre la viga que ha colocado tu hermano. Los jóvenes asintieron y durante el día me pareció que prestaban más atención a mis indicaciones en el trabajo.