29.12.05

El encuentro de Dios con la Viuda

Estando hoy comiendo con María en casa de la viuda, ella nos dice que había visto a Dios. Su hija interrumpióla de inmediato, No molestes a Rabbi, o sea a mí, con tus locuras. Deja que tu madre me cuente lo que vio. En una época vi a Dios no una sino muchas veces. Y cómo era, preguntó María. Espera, todo a su tiempo. Cuando murió mi marido yo me encontré un día completamente sola en casa, con sus olivos y sus obreros. Yo venía de muy lejos, por lo que no tenía primos que se hicieran cargo, ni tampoco hijos varones. Mi hombre siendo hijo único, no tenía parientes, excepto algunos muy poco temerosos de Dios. A mi profunda tristeza debí entonces agregar los problemas de la vida de todos los días: dos bocas para comer y ningún hombre para cuidar nuestro patrimonio. Cada mañana durante el primer año no sentía el cuerpo al despertar, ni siquiera podía ponerme de pie. Entonces decía: Dios mío, ten piedad de mí, ayúdame a ponerme de pie que debo alimentar a mi hija. Y entonces las fuerzas volvían de forma inexplicable a mi cuerpo y podía ir a buscarle el pan a mi niña. Si Rabbi, a mi ruego, Él vino por mí cada mañana durante el primer año desde la muerte de mi marido. Nos miramos con María y luego todos continuamos compartiendo el pan, pero no se dijo más.