27.12.05

Niño otra vez

Hoy salí en el bote con Simón y Andrés. Todos mis pensamientos son de felicidad y fortaleza. Les recordé a mis amigos mi promesa del otro día: serían pescadores de hombres. El cambio ya está cerca, debemos contarles a todos que el futuro está en el Amor. No tiene sentido combatir a los poderosos con las armas. Es tan inútil pelear con los opresores como intentar ser su amigo, como la olla de barro que se junta al caldero de metal, tarde o temprano se hará añicos. El Reino de Dios está cerca. Al llegar a casa a escribir todo esto, me asusto por los peligrosos demonios escondidos en mi línea de pensamientos de hoy, nublados desde mi reencuentro con María. Tengo que serenarme y seguir el camino que me he prometido, ya que la bifurcación de la vida ya fue superada y no hay forma de volver atrás. Es el tipo de caminos que una vez surcados, desaparecen a nuestras espaldas: cualquier intento de retormarlos llevará irremediablemente al extravío eterno.