10.12.05

Pensando en Juan

Hoy luego de ayudar a la mujer que me acoge, me dirigí al desierto. En mi mente solo aparecía un nombre: Juan, y su absurdo arresto a manos de Herodes. Tiempo atrás, apenas me llegó noticia de que estaba anunciando la venida del Mesías, lo busqué durante días hasta encontrarlo a orillas del Jordán, cerca de en un lugar llamado Ennon. Oí su palabra, que rezumaba fuego. Raza de Víboras, dejaos de decir que sois el pueblo elegido, porque yo os digo que Dios puede hacer crecer elegidos de debajo de estas piedras. Y todo árbol que no produce buen fruto será cortado y echado al fuego. Todo eso escuché de Juan y él ahora es preso de sus perseguidores. Pero así es como se deben usar las palabras y no de otra manera. Este pueblo es muy obstinado, cualquier cambio lo atormenta. Sí, Juan sí que sabía hablar y estaba muy seguro de su cometido. Tengo que encontrar esa seguridad. Pensando en éstas y otras cosas es que volví a la morada que me acogía como huésped, no sin antes detenerme a observar la vuelta a casa de los pescadores.