11.12.05

Kefar Nahum

Hoy me puse de pie temprano para ir al Desierto. Largo tiempo me quedé sobre una pequeña loma desde donde de un solo golpe de vista podía abarcar todo Cafarnaum. Vi la aldea como una larga fila de casitas blancas a orillas del enorme Lago de Genesaret, el gran Mar de Tiberíades; y bastante por cima de la línea de las edificaciones, la Sinagoga. Entran y salen cada tanto algunos comerciantes por el camino del Jordán, hacia Damasco. La mayoría sigue luego camino al sur, hacia Tiberíades tal vez. El cielo estaba diáfano, por lo que pude divisar tierra en la costa de enfrente y otra aldea, que creo que es Betsaida. Horas estuve perdido en mis reflexiones, con la mirada perdida en los pequeños puntos blancos, que así se me figuran los barcos de los pescadores en el mar, desde donde yo estaba. Pero por la tarde comenzó a soplar un frío viento por lo que decidí volver. Mañana encontraré algún trabajo además de ayudar a la viuda, que no es bueno, ni siquiera para mí, estar ocioso.