12.12.05

Jairo y el Techo de la Sinagoga

Hoy por la mañana subí a reparar el techado de la viuda. Poco podía hacer sin herramientas pero al menos un gran hueco que había, quedó tapado con barro y resistirá algunas lluvias. Sin embargo, Él que todo lo ve trajo hasta la puerta de la casa a uno que me pidió que bajase. Con las manos llenas de barro bajo a saludarlo y me dice, ¿Puedes reparar un techo de madera? a lo que contesto; Soy carpintero, pero no tengo herramientas aquí. No importa, mañana ve a la Sinagoga y si tus manos son buenas tendrás allí trabajo para una semana. Cuando le agradecía interrumpió, Y vivirás con mis obreros, que aunque no dudo de tu honestidad no está bien que vivas tanto tiempo en casa de la viuda. Y sin esperar mayor agradecimiento se marchó. La hija de la mujer, que había estado escuchando detrás de la muerte me dijo; Es Jairo, uno de los jefes de la sinagoga. Y entró corriendo a la casa, qué raras que son las niñas. Como gusto hacer por la tarde, fui a ver a los pescadores volver de su faena y antes que cayera el sol estaba en la morada que me acoge. Acabamos recién de compartir el pan y hablamos del trabajo que tengo y las mujeres me dijeron que este Jairo era algo severo pero buena persona y se alegraron por mí.