13.12.05

El Dolor de Espalda

Hoy fui temprano a la Sinagoga, donde me esperaba Jairo con algunos de sus obreros. La reparación no era tal, sino más bien construir desde el principio uno de los costados del techo del templo. Comenzamos inmediatamente, y dado que el único con alguna experiencia era yo, debí hacerme cargo de la obra. Por la tarde, uno de los obreros de Jairo, buenos pero inexperimentados jóvenes, cogió en forma descuidada una de las vigas de gruesa madera que cargaba conmigo. Como no podía ser de otra manera se le soltó de las manos, y el esfuerzo que debí hacer para evitar males mayores, me lastimó la espalda, que un rato más tarde empezó a doler de verdad. Así que ahora iré rápido a descansar, que tengo muy mal cuerpo. Si Él así lo quiere, no será nada que un sueño reparador no consiga remediar.